Este es el proyecto de este mes de Adictos a la escritura. La idea era que cada uno hiciera una foto y que luego se sortearan. Esta es la foto que me tocó a mí ¿A que me lo han puesto difícil?
Y bueno, este es el relato que ha salido de la extraña imagen. Evidentemente, extraño...
Concurso de creación
El Dios Geom miró con satisfacción su maqueta para el planeta Tierra. Seguro que esta vez ganaba, era una figura esférica perfecta con elevaciones semiesféricas a intervalos regulares. No había quedado perfecta, con alguna que otra raya de colores y pequeñas motitas que no deberían estar allí, pero no dejaba de ser una maqueta.
Rápidamente tapó con un poco de éter su obra y se dirigió a la constelación donde se iba a elegir la maqueta, donde saludó a sus contrincantes, el Dios Meteo y el Dios Pang.
Cuando llegaron los diez Dioses Jurados del concurso, destaparon primero la maqueta de Meteo, ante la mirada expectante de sus dos contrincantes. Se trataba de una esfera llena de boquetes, como si hubieran chocado cientos de pequeñas rocas contra él.
- Mmm –dijeron al unísono.
–Tantos boquetes… tan soso…no me gusta –añadió otro, ante los asentimientos de los demás. Geom sospechaba que, aunque en teoría los Dioses Jurados eran 10, en realidad se trataba de un único ente con 10 cuerpos distintos, porque nunca les había oído disentir.
- Hombre, a mí me gusta, tiene algo –dijo el Dios Pang por encima del hombro de los Jurados. Geom rebuznó por lo bajo. Pang, que era el que siempre ganaba estas cosas, podía permitirse el lujo de entusiasmarse con los trabajos ajenos.
Pero esta vez ganaré yo, seguro, se dijo a sí mismo Geom, al que le tocaba ahora mostrar su obra. Sacando pecho orgulloso, la destapó con gran teatralidad.
- Mmm –dijeron al unísono los Dioses Jurados.
- Aburrido… demasiado uniforme… ¿y dónde va el agua? –preguntó el que hablaba siempre.
- ¡Pues entre las semiesferas, evidentemente! –increpó Geom a los Jueces, muy enfadado. Éstos le miraron inexpresivamente, y se dirigieron a la última maqueta, la de Pang, que la destapó con cierto temor.
- Mmm –dijeron de nuevo al unísono.
- Interesante… inspirador… ¿Cómo funciona? –preguntó el de siempre intrigado.
- Pues veréis –dijo Pang orgulloso. –Por dentro está hecho de roca fundida, así que las placas se moverán entre ellas. He llamado a las placas Pangea. En las zonas menos elevadas habrá agua, y en las más altas podrán vivir los humanos y los otros seres vivos, aunque si os place dentro del agua también habitarán seres acuáticos. Además, para hacer la cosa más entretenida le pondremos una atmósfera y un Sol que evapore el agua y que, cuando se enfríe ésta en la atmósfera, caiga en forma de gotitas o de hielo estrellado. Sólo me faltaba algo que influyera sobre las masas de agua más grandes y, se me ocurre, podemos usar la maqueta de Meteo como Luna para hacer mareas.
Los Dioses Jurados asintieron complacidos mientras Geom gruñía por lo bajo que el concurso (y todos los concursos) estaban amañados, aunque internamente había quedado fascinado por el proyecto de Pang. Amargado una vez más por su fracaso, se marchó poco después, decidido a no presentarse al concurso para crear las criaturas que poblarían ese maravilloso planeta.
- Hey, espera –le dijo Pang, que se acercó. -¿En serio no vas a presentarte al concurso de creación?
- No, amigo mío, no –rezongó el dios. –Está claro que no se puede competir contigo.
- ¿En serio? Es que verás, tu maqueta me ha dado una gran inspiración. ¿Podría usar tu patrón para crear ciertas criaturas? ¡Podríamos trabajar juntos!
Enfurruñado, Geom se hizo de rogar y finalmente aceptó:
- ¿Qué tienes pensado?
- Pues verás, he pensado que tu patrón sería ideal para hacer las patas de unas criaturas que se llamarán gallinas. Tendrán plumas y harán un ruido muy gracioso cuando anden. Podremos usarlo para otras aves. Y, modificándolo, quizás también podríamos hacer las corazas de ciertos reptiles, que se llamarán escamas…
Los dos dioses se alejaron hablando amigablemente hacia el taller de Pang, dispuestos a crear centenares de maquetas con el patrón de semiesferas.
Esta vez ganamos seguro, se dijo Geom.
Rápidamente tapó con un poco de éter su obra y se dirigió a la constelación donde se iba a elegir la maqueta, donde saludó a sus contrincantes, el Dios Meteo y el Dios Pang.
Cuando llegaron los diez Dioses Jurados del concurso, destaparon primero la maqueta de Meteo, ante la mirada expectante de sus dos contrincantes. Se trataba de una esfera llena de boquetes, como si hubieran chocado cientos de pequeñas rocas contra él.
- Mmm –dijeron al unísono.
–Tantos boquetes… tan soso…no me gusta –añadió otro, ante los asentimientos de los demás. Geom sospechaba que, aunque en teoría los Dioses Jurados eran 10, en realidad se trataba de un único ente con 10 cuerpos distintos, porque nunca les había oído disentir.
- Hombre, a mí me gusta, tiene algo –dijo el Dios Pang por encima del hombro de los Jurados. Geom rebuznó por lo bajo. Pang, que era el que siempre ganaba estas cosas, podía permitirse el lujo de entusiasmarse con los trabajos ajenos.
Pero esta vez ganaré yo, seguro, se dijo a sí mismo Geom, al que le tocaba ahora mostrar su obra. Sacando pecho orgulloso, la destapó con gran teatralidad.
- Mmm –dijeron al unísono los Dioses Jurados.
- Aburrido… demasiado uniforme… ¿y dónde va el agua? –preguntó el que hablaba siempre.
- ¡Pues entre las semiesferas, evidentemente! –increpó Geom a los Jueces, muy enfadado. Éstos le miraron inexpresivamente, y se dirigieron a la última maqueta, la de Pang, que la destapó con cierto temor.
- Mmm –dijeron de nuevo al unísono.
- Interesante… inspirador… ¿Cómo funciona? –preguntó el de siempre intrigado.
- Pues veréis –dijo Pang orgulloso. –Por dentro está hecho de roca fundida, así que las placas se moverán entre ellas. He llamado a las placas Pangea. En las zonas menos elevadas habrá agua, y en las más altas podrán vivir los humanos y los otros seres vivos, aunque si os place dentro del agua también habitarán seres acuáticos. Además, para hacer la cosa más entretenida le pondremos una atmósfera y un Sol que evapore el agua y que, cuando se enfríe ésta en la atmósfera, caiga en forma de gotitas o de hielo estrellado. Sólo me faltaba algo que influyera sobre las masas de agua más grandes y, se me ocurre, podemos usar la maqueta de Meteo como Luna para hacer mareas.
Los Dioses Jurados asintieron complacidos mientras Geom gruñía por lo bajo que el concurso (y todos los concursos) estaban amañados, aunque internamente había quedado fascinado por el proyecto de Pang. Amargado una vez más por su fracaso, se marchó poco después, decidido a no presentarse al concurso para crear las criaturas que poblarían ese maravilloso planeta.
- Hey, espera –le dijo Pang, que se acercó. -¿En serio no vas a presentarte al concurso de creación?
- No, amigo mío, no –rezongó el dios. –Está claro que no se puede competir contigo.
- ¿En serio? Es que verás, tu maqueta me ha dado una gran inspiración. ¿Podría usar tu patrón para crear ciertas criaturas? ¡Podríamos trabajar juntos!
Enfurruñado, Geom se hizo de rogar y finalmente aceptó:
- ¿Qué tienes pensado?
- Pues verás, he pensado que tu patrón sería ideal para hacer las patas de unas criaturas que se llamarán gallinas. Tendrán plumas y harán un ruido muy gracioso cuando anden. Podremos usarlo para otras aves. Y, modificándolo, quizás también podríamos hacer las corazas de ciertos reptiles, que se llamarán escamas…
Los dos dioses se alejaron hablando amigablemente hacia el taller de Pang, dispuestos a crear centenares de maquetas con el patrón de semiesferas.
Esta vez ganamos seguro, se dijo Geom.